Goodbye, frikis
Antes ser friki era algo. Si compartías una pasión exagerada por alguna manifestación de subcultura pop (cómics, juegos de rol, ciencia-ficción, etc...), te convertías en un "friki", es decir, un "freak", un fenómeno extraño. Mientras tus compañeros de clase jugaban al fútbol en el recreo y coleccionaban los grasientos adhesivos de los bollycao, tú te quedabas en clase leyendo las reglas del Paranoia (juego de rol ambientado en una sociedad futurista y totalitaria en el que la principal norma era que ningún jugador podía leer las normas, privilegio que quedaba reservado al Director de Juego). Mientras otros tenían una juventud hiperactiva y callejera, tú te encerrabas en casa con tu ordenador y te enfrascabas en largas partidas de juegos de estrategia, juegos que todos tus conocidos calificaban de aburridos, llegando incluso a preguntar "¿eso es de verdad un juego?" Tu madre se preguntaba qué había hecho mal cuando veía que tu concepto de "vida social" era reunirte con un puñado de inadaptados de estética tan o más lamentable que la tuya para jugar con dados de 10, 12, 20 ó 24 caras. Ya se había llevado un gran disgusto, la pobre, cuando te vió comprar unos pequeños botes de pintura y pensó que te interesabas por el arte, para descubrir luego, entre la incredulidad y el espanto, que tu intención era pintar unos monigotes muy feos (y caros) de algo que se llamaba "Warhammer". Mientras el único interés cinéfilo de la gente de tu edad era colarse en las salas que proyectaban Instinto Básico, tú podías hacer una docta disertación sobre qué película de Star Trek reflejaba mejor el espíritu original de la serie de televisión, o sobre cuáles eran las fuentes culturales y mitológicas con las que George Lucas había construido el fabuloso pastiche que es La Guerra de las Galaxias. Cuando todos resoplaban por tener que leerse La Celestina para la clase de literatura, tú ya te habías leído todos los libros de Isaac Asimov, más o menos la mitad de los de Arthur C. Clarke y, quizás, también la serie completa de Dune (esto ya es para el Grado 1 de Maestría Friki). Conocías internet cuando nadie en el instituto pensaba que los ordenadores pudieran servir para algo más que para jugar a los videojuegos porno suministrados por algún conocido veinteañero (ah, el "Larry", juego mítico...). Sabías que los dibujos animados japoneses iban mucho más allá de Heidi u Oliver y Benji, e incluso sabías que se llamaban "manga", cuando para los demás las mangas eran lo que no tiene un chaleco. Es posible que llegaras a ver alguna de estas series ¡en versión original! Y, por supuesto, durante toda tu adolescencia "las mujeres" eran una especie desconocida sobre la que habías leído algo en alguna revista de ciencia-ficción...
Pero ahora ya no. Ahora, el tipo más anodino y corriente, el más perfectamente integrado en los gustos generales y mayoritarios, puede decirte "¡ojo! que yo también soy muy friki, ¿eh?" y quedarse tan ancho. Cualquier zopenco puede ponerse un pin de El Fary y decir "qué friki soy", o colocar un peluche en la parte de atrás de su coche y excusarse con una media sonrisa, diciendo "me apetecía darle un toque friki al buga". El "frikismo" se ha convertido en una moda, proceso a lo largo del cual ha perdido su significado. Porque ser "friki", de los de toda la vida, implica la marginación y la (auto)exclusión social, y el gusto por los fenómenos minoritarios. El "neofrikismo" o "frikismo vulgar" consiste en copiar un puñado de clichés que no tienen nada que ver, machacados, exprimidos y regurgitados en una mezcla sin sentido para el consumo general. Igual que algunos creen ser punkis por llevar cresta, y otros creen ser anarquistas por beber litronas, hay quien dice ser "friki" porque sabe tararear la sintonía de Barrio Sésamo o porque cree ser un buen imitador de Torrente. Una vez falsificado e integrado en el circuito del consumo de masas lo que siempre fue una etiqueta que definía al adolescente de gustos raros y sin habilidades sociales, ya tenemos nueva moda a la que se apuntarán algunos, en pleno ataque de modernez y desenfado, mostrándose ufanos de ser tan "frikis" que, pásmate, se han comprado un cómic... Dentro de nada veremos a alguna pija despampanante paseándose del brazo de un tío vestido de Darth Vader. Pero, en realidad, da igual: antes de recuperarnos de ese susto aparecerá otra moda inexplicable y absurda que nos hará alucinar aún más. Y si no, tiempo al tiempo...
Los frikis han muerto, aplastados por la voracidad de ésta, nuestra sociedad del espectáculo.
Guardemos un minuto de silencio en su memoria.
3 Comments:
Estupendo que te decidas a compartir lo que escribes sin llenarme el correo... jejeje.
Prometo pasarme y dejarte comentarios irónicos por aqui tb.
¿Soy freaky o no lo soy, si tengo una colección de cajas?
Ummm pero friki... cuándo se es exactamente friki ahora??? Mi amor por los pelochos cuenta? Mi pasado amor hacia gente friki (realmente friki, de juegos de rol y El señor de los anillos) me hace convertirme en friki????
No sé, Ma... Si seguimos la teoría de que los frikis sólo tienen amigos de su misma condición, si tuviste amigos que lo eran, has tenido que serlo tú también.
Por cierto, ¡vaya una fiebre comentadora!
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