martes, enero 30, 2007

Niveles de lectura

Cierta vez, hablando con una compañera de clase de los libros que estábamos leyendo, le comenté que acababa de devorar El Aleph, de Borges. Se me quedó mirando con expresión sorprendida y me preguntó:
- Pero... ¿lo entendiste?
Como puedo suponer que no me preguntaba por mi capacidad para comprender el castellano, es probable que la cuestión se refiriese a si había conseguido aprehender todo lo que Borges había querido "meter" en ese libro (o lo que los críticos creen que había metido). La verdad es que en aquel momento podía haberle echado un poco de cuento y divagar por las construcciones laberínticas de Borges, las referencias clásicas que maneja en su obra, y demás cosas que había leído en una enciclopedia. Sin embargo, me encogí de hombros y respondí con un "sí" lo bastante vago y distraído como para que ella sacara sus propias conclusiones.
La verdad es que no había entendido el libro. Al menos, no de forma completa y erudita. Me había limitado a leerlo, a disfrutar de las historias y a fruncir el ceño cuando no veía claro algún giro inesperado en un cuento. Y no me siento abochornado ni creo que tenga que revisar esa lectura: si alguna vez releo El Aleph, lo haré con la misma despreocupación, porque me parece que todos los niveles de lectura son válidos, desde el erudito hasta el aficionado. El primero, por muchas vueltas que le dé a la cabeza, nunca conseguirá su objetivo de "desentrañar" al autor (y si lo consiguiese, el resultado se parecería a la realidad tanto como un mapa se parece al terreno real que representa). En el segundo caso, nadie es tan estúpido como para no poder sacar algún provecho de un libro, una canción, o cualquier obra de arte.
Lo peor de todo es que, la mayor parte de las veces, quien está empeñado en que compartas su lectura de una obra no es tanto el autor de la misma, deseoso de que conectes con él, sino otro lector que en realidad busca competir contigo y demostrar hasta qué punto su comprensión es superior a la tuya. Una persona normal, (creo yo), sabría disfrutar de sus propios placeres y respetaría la forma en que los demás disfrutan de los suyos. Por desgracia, el mundo está lleno de snobs e integristas.