Adiós, agujero negro

Hoy he hecho mi último examen en la Universidad. Me gustaría poder decir que estoy seguro de que es el último de la carrera, pero todavía cabe la posibilidad de que me suspendan, me echen, y tenga que irme a la UNED para acabar Derecho. El lado positivo es que, sea como sea, ya he finiquitado mi relación con este odioso agujero negro. Al menos, mi relación como estudiante, porque seguiré trabajando en mi relajada beca mientras mis jefes sigan satisfechos con mi paciente y tranquila eficiencia, y sigan pagándome lo suficiente como para ser independiente (aunque sin pretensiones).

Cuando llegué aquí, hace nueve años, yo sabía hacer cosas, me emocionaba cualquier novedad, cualquier reto... Y ahora solamente estoy cansado, ya no sé escribir, apenas sé leer, e incluso escuchar música se ha vuelto terriblemente complicado. Tras una sistemática destrucción de lo que era mi cerebro, ya sólo sé maximizar funciones y memorizar artículos de leyes. Y ni siquiera se me da bien.

En cualquier caso, por ahora, con un par de vasos de ron Aldea Extra Añejo (el Arehucas de 12 años, para cuando pueda celebrar haber acabado) y un Cohiba, parece que puedo posponer un rato la tarea de pensar qué hacer con mi vida.