viernes, septiembre 19, 2008

El Cheque Vara

Hoy he ido al cine. Los tráilers han sido interesantes: la nueva de Bond promete (qué asco me doy a veces). Casualmente, ayer emitieron Vive y deja morir, en Telemadrid. Es interesante ver cómo las películas de Bond, sin dejar de ser lo que son, toman prestado todo lo que pueden de otros géneros. Sin ser crítico ni historiador de cine, diría que Vive y deja morir es una Bond-blaxploitation, mientras que Quantum of Solace, como Casino Royale, promete ser más del estilo de Bourne: violencia muy coreografiada y pretensiones de profundidad psicológica. Una profundidad con la que nunca correrás el riesgo de ahogarte, claro, no vaya a ser que te pierdas las tortas y las piruetas. Estoy deseando ir a verla.
No me produjo el mismo deseo el tráiler de un remake de Ultimátum a la tierra. No tengo nada contra Keanu Reeves... pero tampoco tengo nada a favor. Y volver a hacer hoy una película mítica de ciencia ficción de los años cincuenta, teniendo en cuenta el nivel del cine que se hace hoy en día, es como darle la vuelta a un cuadro de Van Gogh y pintar por el otro lado "a ver qué sale".
Luego, claro, empezó la película. La de... ejem... la del Che.
La verdad es que había considerado varias razones para no ir. Todas ellas, razones de pureza ideológica: negarme a ver al revolucionario convertido en objeto de consumo (a buenas horas), etc, etc... Reforzaban mi rechazo sendas declaraciones hechas por el director y el protagonista de la cinta. El primero dijo en una entrevista que el Che era producto de una época, que ahora no tendría sentido. El segundo, que quien lleva una camiseta del Che comprende cuál era "su espíritu" (¿¡el de gurú del márketing!?). Mis peores previsiones parecían materializarse en esas entrevistas: un Che de consumo, que no por algo más explicado deja de ser mero un generador de merchandising, el icono de un santo pop cuya "vida y milagros" basta con conocer superficialmente.
Por otro lado, me impulsaba a ir al cine la curiosidad por ver cómo la industria del cine, la más poderosa creadora de imágenes -de "realidades", en última instancia- fagocitaba y re-creaba a Ernesto Guevara. Como cuando ves una caricatura de alguien famoso y te paras a considerar si es razonablemente fiel, aunque eso no tenga ninguna importancia. Como cuando alguien te cuenta una historia que ya conoces y te fijas en cómo la narra, en qué matices destaca y cuáles calla, etc, etc... La facilidad con que el sistema fagocita todo hace que uno se cuestione qué sentido tiene rebelarse contra él, así que antes o después acabas abocado a la ironía (o al sarcasmo, depende del temperamente de cada cual). Ir a ver esta película, con un paquete enorme de palomitas en la mano, no parecía mala idea. Si hasta el Che es espectáculo, seamos espectadores.
Además, consideré mis argumentos puritanos a la luz de mi triste realidad de comunista no practicante y ateo de cualquier Dios o santo. ¿Acaso indignarse porque se haga una película sobre el Che no es una manera de fetichizarlo tan absurda como adornar tu cuarto y tu indumentaria con su foto? ¿Por qué hay que tomarse tan en serio al Che? ¿Tiene algún valor más allá de lo que escribiera, con más razón o menos? Ah, bueno, sí, claro: su ejemplo, su ejemplo... Si entendemos por "su ejemplo" la posibilidad de decir, parapetado en mi sillón, que afortunadamente alguien -otra persona, muy lejos de aquí, en otro tiempo- hizo algo impresionante y quizás admirable... sí, a muchos el Che nos sirve de coartada ejemplo.
Así que me fui al cine. Y la película me gustó bastante. En general, no falla en nada grave y tiene algunos aciertos. Sin contar con lo dicho antes, temía encontrarme con algunas cosas que, por fortuna, no encontré. No se nos pinta al revolucionario argentino como San Che (aunque un poco sí), ni como Superguevara (aunque un poquitito sí), ni como Bloodthirsty Guevara from hell, ni con ninguna otra caricatura grosera en las que era muy fácil que cayeran. Hace bien Benicio del Toro en no intentar una imitación del Che, aunque el discurso en la ONU queda un poco sobreactuado, en mi opinión.
Me parece que esta película no hará que nadie se convierta a la fe guevarista (al menos eso espero, tanto por lo absurda que es la fe en lo que sea, como por la terrible debilidad mental que demostraría alguien que se conviertese a algún credo tan sólo por ver una película), pero quizás alguien se interese por conocer más sobre el Che, Cuba y su historia. Yo, por ejemplo, he recordado que tengo que mirar si ya se reeditó el debate que el Che y Ernest Mandel mantuvieron sobre la vigencia de la ley del valor en la fase de transición al socialismo. Y me pregunto si existirá alguna Historia Militar de la Revolución Cubana.
Conclusión: la película me entretuvo. Que es a lo que va uno al cine, caramba...