lunes, octubre 23, 2006

Sketches of Lanzarote (II)

En Lanzarote se despacha, pero no se vende. No lo supe hasta el día en que fui a comprar un traje en la calle Real de Arrecife. Entré en una tienda y me puse a mirar los pantalones, uno por uno, confiando en que alguna dependienta se acercara a ayudarme con detalles como talla, color, tela, etc… Repasé todos los pantalones, de derecha a izquierda y de izquierda a derecha. Descolgué algunos y los miré al derecho y al revés, comparándolos con las chaquetas y las camisas de la estantería cercana. Di unos pasos hacia atrás para tener una visión completa del conjunto. Me rasqué la barbilla mientras observaba con absoluta concentración dos pantalones, como si quisiera elegir cuál de los dos llevarme. En definitiva, pasé unos diez minutos intentando que mi expresión corporal dejara bien claro que necesitaba ayuda para comprar un traje, sin conseguir que las dos dependientas que había en la tienda hicieran otra cosa que hablar entre sí de sus asuntos. Cuando mi paciencia se agotó, salí de la tienda y fui a una zapatería, pues cuando consiguiera por fin un traje, no iba a llevarlo con zapatillas (afortunadamente, no soy Emilio Aragón). Una vez elegido un modelo, esperé a que algún empleado me hiciera la imprecisa pregunta de “¿qué desea?” Esperé en vano, pues nadie parecía interesado en venderme aquellos zapatos. Desmoralizado, abandoné todo intento de comprar nada ese día. Al llegar a casa todavía me preguntaba si mi aspecto no era el adecuado para ir a comprar, o si es que había tenido la mala suerte de dar con los dependientes más ineficaces e indolentes del mundo. Sin embargo, la cuestión era mucho más sencilla: según me explicaron en casa, en Lanzarote se despacha, pero no se vende. En ninguna tienda de Lanzarote se te acercará un empleado para intentar que compres cuanto más, mejor. Los dependientes están ahí para que, en cualquier caso, tú te dirijas a ellos y les preguntes. Puedes ir a una tienda de deportes a las nueve y media de la mañana para ser el primer (y único) cliente que esté en la tienda, quedarte parado frente a las camisetas (por ejemplo) y permanecer allí el tiempo que quieras, que los dependientes jamás se acercarán a ti por iniciativa propia. Esta actitud la mantienen incluso los camareros (excepto los de las zonas turísticas, y menos si son peninsulares), hasta el punto en que nunca había experimentado en carne propia lo que es pasar por completo desapercibido, hasta el día en que quise tomarme un café en un bar de Arrecife.

En cualquier caso, me pregunto qué pasaría si abriesen un Corte Inglés en Lanzarote.

1 Comments:

Blogger Lilith said...

Jejeje
Me apuesto lo que quieras a que se llenaría de guiris...

Por otro lado, como compradora compulsiva, declaro que, estar en una tienda y que no te acosen con el famoso: ¿puedo ayudarle? no tiene precio...

4:35 p. m.  

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