martes, agosto 11, 2009

No hay mal que por bien no venga

Una de las pocas cosas que podemos agradecer a la crisis económica es el retorno de un concepto tan viejo como querido: la lucha de clases.
Últimamente, la clase empresarial* española ha demostrado que cree en la lucha de clases y que está dispuesta a practicarla tanto como considere oportuno. Ahora sólo falta que los sindicatos dejen de ser esa amarillenta y lastimosa burocracia de "aristócratas obreros" que todos conocemos y entren de lleno en la batalla.



* Digo "clase empresarial" en lugar del más ortodoxo "burguesía", porque en España no hay tal. La burguesía fue, en su momento, una clase revolucionaria que modeló el mundo a su imagen y semejanza. Una clase social pujante que se ganó un lugar en la Historia imponiendo su idea de cómo debían ser las cosas. Aunque ahora sean enemigos de clase, merecen un respeto por lo que consiguieron.
Pero en España no hay ni ha habido nunca burguesía, sino caciquismo. En España nadie, o casi nadie, es capaz de arriesgar o de alumbrar nuevas ideas. Son legión quienes dedican sus mayores esfuerzos a intentar vivir de las rentas (ya las generen los sellos, los pisos que nunca bajan o cualquiera que sea el próximo timo que inventen) o sacarse una oposición, que es casi lo mismo. Y si querer escapar del mercado y la competencia todavía puede considerarse hasta cierto punto racional, lo que resulta insostenible es el desprecio por el Derecho: cumplir con la ley (urbanística, fiscal o cualquier otra) es cosa de imbéciles. Por eso no somos capaces siquiera de tener un Estado liberal burgués decente, sino que vivimos en este reino del esperpento y la astracanada. Y quizás también por eso, me temo, muchos creen que el socialismo consiste en el Estado asistencial, el PER, las VPO, las subvenciones y los conciertos gratuitos en las fiestas del pueblo...
Ay, Mariano José de Larra, ¡qué malas son las mujeres!

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

I know, STUP, but we like them!

2:54 a. m.  

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