sábado, diciembre 07, 2013

Lenguaje y afinidad

1. El lenguaje y los carteles
Si uno se para a pensarlo, resulta curioso cómo nace y funciona el lenguaje. En primer lugar, de manera arbitraria, se produce una asociación entre sonidos y conceptos. Luego, a cada sonido se le atribuye uno o más dibujos, muescas o trazos (es decir, letras) y así, paso a paso, nace un lenguaje, se establece una escritura y se fijan una gramática, una ortografía, etcétera. Todo ese proceso culmina en que, por ejemplo, las siguientes formas negras sobre fondo blanco
"La casa magenta es cálida"
significan que hay una edificación destinada a vivienda, pintada de una determinada tonalidad de rojo y con ciertas cualidades para la conservación de la energía.
Hasta ahí, la génesis del lenguaje es un proceso (hipotético) sorprendente, azaroso, maravilloso y fundamentalmente pragmático. Pero eso sería sólo el principio. El siguiente paso requiere diferenciar entre lo denotativo y lo connotativo, es decir, el significado literal y lo que éste evoca. Es decir, el lenguaje no es una réplica de la realidad, sino una realidad aparte, enriquecida por el abanico de connotaciones que puede tener cada palabra. Así, de la misma manera en que a veces un puro es tan sólo un puro, el color negro puede teñir presagios y es posible, incluso, revitalizar una institución pese a que nunca estuvo viva.
Para complicarlo todo aún más, hay oraciones que sólo tienen sentido cuando se toman en su sentido connotativo. Es decir, hay expresiones cuyo significado puro, denotativo, resulta absurdo o, para ser exactos, no tiene apenas relación con el mensaje que el emisor quiere transmitir. Así, podemos saber "de qué pie cojea" alguien que anda perfectamente, o nos parece que "huele" algo que no desprende olor alguno.
Por último, tan importante como el sentido es el contexto. Hay mensajes que dependen, para ser correctamente entendidos, de ser interpretados en un contexto específico, a pesar de tener una formulación genérica. Un buen ejemplo de esto último es una de mis frases favoritas: "se dan clases de matemáticas". Esa frase, inscrita en un cartel, significa algo que, pese a ser estrictamente cierto, no es lo que quiere decir quien la enuncia. Es decir, si bien es cierto que la asignatura de matemáticas es impartida de forma regular en diversos centros de enseñanza y en varios niveles educativos (que es, en sentido estricto, lo que significa la oración "se dan clases de matemáticas"), la intención del autor del cartel era comunicar, aproximadamente, lo siguiente: "Persona se ofrece, a cambio de un precio, a impartir clases de repaso o apoyo de la asignatura de Matemáticas a aquellas personas que lo soliciten". Sin embargo, a pesar de haber formulado su anuncio de forma impersonal, a pesar de haberse negado cualquier protagonismo, el autor del cartel ha conseguido transmitir su mensaje con una efectividad tal, que si alguien pretendiera leer la frase en su sentido literal tendría que ofrecer una buena justificación.
Otro ejemplo bastante obvio es la oración "Prohibido fijar carteles", prohibición que no es absoluta sino que hay que deducir que se limita a la pared en que se inscribe dicho mensaje. Además, dicha prohibición suele estar enunciada precisamente en un cartel: ¡es un cartel que se prohíbe a sí mismo!1 Por supuesto, hay que entender "Está prohibido fijar otros carteles en esta pared", o bien (si la pared es alargada y hay varios carteles de prohibición) "En esta pared sólo pueden fijarse carteles idénticos a este o que tengan un propósito análogo: la prohibición de fijar otros carteles en esta pared".
Así pues, el lenguaje es fundamentalmente un mecanismo de consenso. En el intercambio de información que se produce cuando un emisor dirige un mensaje a un receptor, a través de un canal y mediante un código, el consenso para interpretar el mensaje de acuerdo con su contexto y sentido es tan importante como el contenido del mensaje en sí. Que esa comunicación tenga éxito depende de un acuerdo previo entre emisor y receptor. Un ejemplo claro de qué ocurre cuando falla este consenso se puede ver en cualquier red social, especialmente en twitter (donde, con una limitación a 140 caracteres, cualquier mensaje es necesariamente impreciso): todo mensaje puede ser interpretado de forma ofensiva por el lector, con tal de que no sienta simpatía por el emisor. Las más de las veces, "no puedo creer que X haya dicho eso" es una frase doblemente falsa: quizás la persona en cuestión no ha dicho (o no ha querido decir) lo que tú interpretas y, desde luego, sí puedes creer que lo haya hecho, porque precisamente ese es el origen de tu interpretación.
Este acuerdo previo sobre cómo se ha de interpretar el lenguaje permite transmitir información sin necesidad alguna de ser preciso, pues el contexto y las connotaciones de lo expresado llenarán de contenido unos enunciados que resultarían absurdos tomados de manera aislada. Así se economizan esfuerzos: no hay más que comparar las alternativas a las que se enfrentaba el profesor de matemáticas del primer ejemplo. Gracias al contexto y al consenso acerca de qué propósito tiene un cartel como el suyo, puede anunciarse sin recurrir a los excesos que exigiría ser preciso en su anuncio2.

2. Las preguntas nos plantean muchas preguntas
He rescatado y ampliado estas divagaciones sobre el lenguaje de un correo electrónico que envié a unos amigos hace un tiempo. El motivo es que hace unas semanas me registré en una página de "online dating" en la que, entre otras prestaciones, se ofrece un algoritmo que calcula tu afinidad potencial con otros usuarios, a partir de tus respuestas a una serie de preguntas tipo test sobre tus opiniones, estilo de vida, qué es importante para ti y en qué grado, etc.
Al parecer, el algoritmo funciona bastante bien: por un lado, he leído a bastantes usuarios satisfechos con los resultados que han obtenido (aunque descontentos con otros aspectos de la página). Por otro lado, entre las personas con las que la página me atribuye más afinidad, he encontrado a alguien a quien ya conocía de antes (aunque sólo fuera a través de su blog) y que, en efecto, me parece muy interesante. De hecho, el algoritmo funciona tan bien que hay quien se ha aburrido de la página porque los perfiles con los que le atribuye mayor afinidad ¡son los de sus amigos! Y, claro, para ese viaje no hacían falta alforjas.
La cuestión es que, como se ha dicho, el algoritmo funciona a partir de preguntas tipo test y ahí es donde me encuentro con un problema. Pongamos un ejemplo: "Overall, has capitalism made the world a better place?" Uno tiene la tentación de imaginar que esta pregunta está colocada ahí como una invitación a significarte como pro o anti capitalista. En principio, parecería que una persona de izquierdas responderá que no y una de derechas que sí. Pero no es necesariamente así: el capitalismo ha mejorado el mundo en determinados aspectos, aunque por el camino haya creado otros problemas distintos. Pero si comparamos la época actual con el feudalismo, ¿cómo no vamos a pensar que estamos mejor? Otra cosa distinta es que por ese motivo haya que defender el capitalismo: ni es perfecto, ni está exento de problemas ni es el único sistema posible3. Por supuesto, tampoco está tan claro que sólo un izquierdista piense que el mundo no ha mejorado bajo el capitalismo (si es que alguno lo piensa): un militante de la derecha tradicionalista sin duda responderá que el capitalismo no ha hecho nada por mejorar el mundo, porque él preferiría vivir en el Antiguo Régimen.
Sin embargo, hay casos más preocupantes, como el de la siguiente pregunta: "Do you believe homosexuality is a sin?". Tal y como está planteada la pregunta, no puedo sino responder que sí: pregunta si es un pecado, no si yo creo que sea algo malo. Tengo entendido que para el judaísmo, el cristianismo y el islam, la homosexualidad es pecado. Desde luego que a mí, que soy ateo, me da exactamente igual lo que prescriba cualquier religión al respecto, pero el enunciado pregunta si creo que es pecado. Si preguntase "Do you believe homosexuality is wrong?" respondería que no, sin dudarlo.
El problema que resulta de responder ateniéndome al sentido literal de las frases, es que si respondo a lo que me preguntan y no a lo que se sobreentiende que preguntan, empiezo a introducir una distorsión en los resultados: para toda aquella persona que haya respondido que no cree (contra toda evidencia) que la homosexualidad sea pecado y que haya indicado que considera importante esta cuestión, habré ganado puntos negativos4. Sospecho que éstas y otras preguntas, contestadas a partir de una interpretación literal del enunciado, están haciendo que disminuya el indicador de mi afinidad (estimada) con algunas personas que me parecen muy interesantes y tienen intereses y gustos afines a los míos. Por eso, quizás sería mejor que, desde un enfoque pragmático (al fin y al cabo, estoy en esa página para conocer gente, no para encontrar la respuesta precisa a una serie de preguntas), cambie varias de mis respuestas por otras derivadas de una interpretación más flexible de los enunciados.
¡O no! Por un lado, existe la posibilidad de explicar tus respuestas, que es lo que he hecho en estos casos potencialmente controvertidos. Por otro lado, no creo que un par de preguntas tengan un efecto en el indicador tan grande que llegue a resultar decisivo. Más que nada porque no creo que haya mucha gente buscando la exactitud en una serie de porcentajes que, como mucho, se deberían interpretar a partir de intervalos.
Si no, también se puede pensar que el elemento de "des-afinidad" que introducen mis respuestas no sea del todo injustificado. Sólo hay que interpretar que aquí la discordia no surge tanto por el contenido de la pregunta, sino por la diferente importancia que le damos al significado literal de los enunciados. Sería, entonces, un error que se corrige de forma automática y da un resultado no-tan-incorrecto, aunque sea por vías alternativas.


1 ¡¡¡Contiene en su seno la semilla de su propia infracción!!!
2 No obstante, al ser profesor de matemáticas debería honrar la lógica, como en un chiste que leí en Cómo se llama este libro, de Raymond Smullyan (cito de memoria): van dos individuos en un tren por Escocia y, al pasar junto a un prado, ven una oveja negra pastando. El primero dice "vaya, en Escocia hay ovejas negras". El segundo, filósofo lógico de profesión, responde "en Escocia hay al menos un animal que, desde esta perspectiva, parece una oveja y tiene al menos uno de sus lados de color negro".
3 Léase, si no, el siguiente párrafo del Manifiesto Comunista:
"En el siglo escaso que lleva como clase dominante, la burguesía ha creado energías productivas mucho más grandiosas y colosales que todas las pasadas generaciones juntas. Pensemos en el sometimiento de las fuerzas naturales al hombre, en la maquinaria, en la aplicación de la química a la industria y la agricultura, en la navegación mediante el vapor, en los ferrocarriles, en el telégrafo eléctrico, en la roturación de continentes enteros, en los ríos abiertos a la navegación, en los nuevos pueblos que brotaron de la tierra como por milagro... ¿Quién en los pasados siglos pudo sospechar siquiera, que en el trabajo de la sociedad, yaciesen ocultas tantas y tales energías, y tales capacidades de producción?"
No vamos a pensar ahora que Marx y Engels eran devotos del capitalismo, precisamente. Pero el ejercicio de la crítica requiere un punto de partida analítico y equilibrado.
4 Respecto de la primera pregunta, me da un poco igual "ganar negativos" por responder que sí: quien responda que no, o es un tradicionalista o alguien cegado por la ideología, dos tipos de personas con las que seguramente no me llevaría muy bien.