jueves, marzo 01, 2007

Innovaciones

Cuando te encargan que hagas algo por primera vez (redactar un informe, conseguir unos datos, preparar unos gráficos, etc...) tienes dos posibles maneras de proceder: puedes confiar en tu bagaje intelectual y en tu capacidad de improvisación para hacer algo novedoso, brillante y, sobre todo, útil, o bien puedes fijarte en cómo hacen los demás su trabajo y copiarte. La primera vía es la de los innovadores, pero también la de los fatuos, y es muy fácil que en vez de conducir a la genialidad, desemboque en el ridículo. La segunda vía es la de los mediocres, pero también la de quienes saben que para poder explorar un terreno virgen antes hay que llegar al final de los caminos conocidos.
Ornette Coleman, autodidacta del saxofón, decidió que la escala musical empezaba por La en lugar de por Do (decisión comprensible, dado que, en inglés, Do-Re-Mi-Fa-Sol-La-Si es C-D-E-F-G-A-B). Esta curiosa confusión provocó que su forma de tocar, aun habiendo corregido su error, fuera tan rara que no suscitaba más que burlas y protestas del público. Cuenta la leyenda que en una banda le pagaron un plus por no tocar. A pesar de todos estos impedimentos, con el tiempo fue afianzando su estilo y hoy es considerado uno de los padres fundadores del free jazz.
Pero el caso de Ornette es una excepción. En el otro extremo, tenemos a John Coltrane, cuya música evolucionó a la par que el jazz de su época hasta que le llegó el momento de ser él mismo uno de los que marcara la pauta. Desde sus inicios, tocando en conjuntos de rythm'n'blues en su juventud, hasta sus obras finales, en las que tocaba caóticos y extensos solos sobre una base rítmica no menos caótica, hay una vida de estudio y aprendizaje. No es sólo que estudiara hasta la saciedad el Thesaurus of Scales and Melodic Patterns de Slonimsky, sino que su evolución musical es de una coherencia perfecta. Hay quien le reprocha que en sus dos últimos años de vida "perdiera la cabeza" y se dedicara a desvariar con un puñado de músicos vanguardistas, pero ¿qué otra cosa se podía hacer después de Crescent y A Love Supreme? Y estos dos discos, ¿no son la culminación perfecta del trabajo con su cuarteto clásico? Y así, podríamos seguir hacia atrás viendo cómo los saltos de Coltrane, comprensibles o no, son siempre el resultado de una carrera anterior bien asentada y metódica.
En conclusión, ¿debería comprarme un saxo tenor bueno -pero caro- para empezar a tocar, o uno baratito por si acaso descubro que no tengo pulmones ni oído para el jazz -ni para cualquier otra música-?