sábado, agosto 21, 2010

Mi profunda ignorancia

Mi problema con la poesía
nace de mi profunda ignorancia
pues jamás comprendí el sentido
ni entendí la filosofía
de usar los renglones partidos
buscando una cierta elegancia.
Aunque es útil para cantar
y puede resultar eufónica
me es ajena la poética
y considero, en conciencia,
queen tre te ner seen con tar
las sílabas y señalar las tónicas,
desentrañar el ritmo, es una
anticuada tarea escolar
sin utilidad y absurda.
Y la rima, tan esquiva,
que a alterar de la frase
el orden a veces obliga
y su búsqueda obsesiva
puede hacer que fracase
el empeño de un poeta
que abuse de ripios
a base de participios
o de cualquier otra treta
para disimular con la métrica
lo que con otra escritura
sería una idea boba o patética
recargada de floritura.


Sin embargo, debo reconocer que en el instituto también perpetré algún ripio. La cumbre de mi obra poética fue una tercerilla (estrofa de tres versos, de arte menor), que surgió como un chiste. El profesor de Lengua y Literatura creyó necesario especificar, mientras explicaba en clase cómo hacer un comentario de texto, que "el resumen tiene que ser más corto que el texto en sí". Para poner a prueba esta tesis, compuse el siguiente poema, de aroma veraniego:
Lola:
"¡Hola,
ola!"

Más allá de esto, lo mío es la prosa.

jueves, agosto 19, 2010

El Origen de las cosas

Me envía Monsieur Cork, en un e-mail titulado "Inception", un enlace a esta interesante noticia. Aunque la historia es de diciembre de 2009, no está mal relacionarla con la película de Christopher Nolan, pues para poder insertar la idea del cupón ganador en la mente de la señora, además de la tecnología que aparece en la película, sería necesario realizar un viaje en el tiempo.
Pero, ¿qué ocurriría si se calculase mal la duración del viaje? Por ejemplo, si los viajeros llegasen al pasado un día antes de lo debido, aunque desarrollan el resto del plan de acuerdo con lo previsto. Consiguen implantar el número del cupón ganador en el sueño de la señora, que al despertar va al punto de venta, pide exactamente ese número y, por la noche, sigue el sorteo por televisión con un extraño presentimiento... y no saca nada. Sin embargo, dos días después, al pasar frente al kiosco de la ONCE, ve que el número soñado resultó premiado en el siguiente sorteo y se apoderan de ella, a partes iguales, un sense of wonder y una rabia que no se puede aguantar...
Pero entonces despierta y se da cuenta de que sólo estaba soñando, así que decide ir a comprar el número de la ONCE, tal y como lo soñó, y seguir jugando ese mismo número todos los días hasta que salga. Entonces, tras algunos sorteos, acaba ganando 35.000 euros y se ve a sí misma, henchida de gozo, cobrando un dinerillo que equivale, aproximadamente, al salario de casi dos años...
Pero entonces despierta y advierte que sólo estaba soñando que soñaba y ganaba la lotería. Se levanta y recuerda que, en realidad, acaba de ser designada para un alto cargo del Consejo Insular de Mallorca y de repente le vuelve ese hormigueo de disgusto al recordar que, en la toma de posesión, tendrá que jurar la Constitución, cuando ella es independentista catalano-balear. Sin embargo, ve en el telediario matutino que algún político de ERC en Cataluña ha jurado su cargo con la fórmula "por imperativo legal, juro", lo que supone un alivio, pues parece una forma adecuada de soslayar según qué contradicciones y le permite ejercer una parcela de poder sin comprometer, al menos a priori, su coherencia ideológica...
Pero entonces despierta y se da cuenta de que ha estado soñando que soñaba soñar y que, en realidad, es una salmantina de veintipocos años que acaba de terminar sus estudios universitarios y se prepara para presentarse a unas oposiciones dentro de uno o dos años, mientras vive en Salamanca con su novio independentista gallego, lo que le ocasiona algún que otro disgusto cuando el chaval, que por otra parte es buena persona, se empeña en culparla personalmente de la opresión colonial que sufre la cultura gallega, sólo porque ella le pregunta "¿cariño, vamos a La Coruña este fin de semana?" y, para colmo, luego el muy bruto se ofende cuando, en la discusión subsiguiente, ella le replica "pero, ¿¡¿acaso no dices tú en gallego Castela e León, joder?!?". Sin embargo, ahora que ha comprendido, gracias al sueño, los contradictorios sentimientos que anidan en la mente de un/a independentista/o, ha aprendido que debe ser más tolerante con las manías ajenas y tener un poco de "mano izquierda" ya que, después de todo, el chico se cuida bastante y además es ingeniero, así que, ¿qué más quieres, hija mía? Además, como también ha aprendido cuán importante es asegurarse un cierto nivel de ingresos, decide preparar las oposiciones con una constancia cercana a la obstinación, que no están los tiempos para aventuras ni para depender del mercado.
Pero entonces...

jueves, agosto 12, 2010

Anexo

Pese a los efectos adversos (desconfianza, hastío, rechazo) que puede producir sobre la opinión pública, la estrategia de la crispación es la más coherente con el objetivo último del partido opositor: convertirse en partido gobernante. Sólo el desgaste del partido en el Gobierno puede alterar el apoyo electoral de manera suficiente para propiciar el cambio político. Esto se demuestra con facilidad a través de un breve análisis de las estrategias alternativas:
* La denominada "oposición constructiva", en la que el partido opositor negocia las políticas con el Gobierno, tiene como principal inconveniente que anula cualquier necesidad de cambio. Desde el punto de vista del votante desideologizado, si el país funciona gracias a la colaboración de los principales partidos, ¿qué necesidad puede haber de alterar la correlación de fuerzas entre ellos? Peor aún es el efecto que tiene esta estrategia sobre los votantes que se identifican firmemente con un partido o una ideología y que, del mismo modo, se posicionan en contra de los demás. Con una oposición constructiva se corre el riesgo de que estos votantes retiren su apoyo al partido opositor, pues no tolerarían que colaborase con un gobierno al que debería enfrentarse.
En resumen, la oposición constructiva no atrae votos y aumenta el riesgo de perder el apoyo de los votantes extremistas. Por ello, los partidos que utilizan esta estrategia suelen ser aquellos que no aspiran a gobernar, sino a negociar ventajas concretas para una región o colectivo determinado.
* En el caso del ejercicio de la oposición política a través de la formulación positiva de alternativas a la acción del Gobierno, se corre el riesgo de que estas sean adoptadas por el partido gobernante, quizás con pequeñas variaciones, de modo que este logre apropiarse de su mérito (y de su rédito). En el caso de formular las alternativas sólo en términos generales, para evitar el plagio, se corre el riesgo de generar desconfianza por lo inconcreto de las propuestas. Además, se cae de lleno en la paradoja de la oposición: "este partido sabe cómo solucionar los problemas del país, pero sólo desvelará el secreto cuando los votantes lo elijan por mayoría". No parece que el chantaje sea una fórmula exitosa para ganarse el afecto del electorado.
Por lo tanto, sólo la crispación y el ataque continuado al partido gobernante pueden conducir al vuelco electoral. La colaboración provocaría que no se percibiese necesidad alguna de cambio y la formulación de alternativas podría erosionar la credibilidad del partido opositor. Al fin y al cabo, la política no es nunca una cuestión de programas o proyectos (basta con prometer que se hará "lo necesario"), sino de imagen. Por eso, siendo tan escasas (o caras) las estrategias para mejorar la imagen propia, destruir la del contrario será siempre un recurso efectivo para ganarle la partida.